Acto instintivo. Revisa tu celular para ver si hay algún mensaje. En los últimos días, miembros del Gobierno y del PSOE lo han hecho más de lo normal. Con empeño. La decisión de Pedro Sánchez de darse un periodo de reflexión de cinco días Comunicar este lunes si continúa o no al frente del Gobierno, sin hablar con nadie de la margarita que hay que arrancar, hace contener la respiración al Ejecutivo y al partido. Nervios. Miedo.
El silencio que ha mantenido y el hecho de que no haya consultado su decisión con nadie excepto con su familia ha provocado malestar, pesimismo y, en algunos, también la esperanza de que continúe. A la espera de que hoy haga pública su conclusión, todo el mundo en La Moncloa y Ferraz sabe que «Nada será lo mismo», mientras que estos días se han apoderado de los disturbios. «¿Cómo es posible que nadie haya hecho nada para impedir esto?»; «¿Nadie vio venir esto?» son algunas de las preguntas que recorren el juego.
Sánchez comparece hoy en La Moncloa para hacer pública la decisión que ha tomado tras estos días en los que el país se ha hundido en el letargo. todo dentro apoyar, hasta la campaña electoral catalana, a la espera del veredicto. Esta situación excepcional se precipitó la noche del martes, cuando el presidente del Gobierno conoció que se iba a publicar que un juez abría una investigación a su esposa por tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Ella apenas durmió. Y cuando llegó el miércoles por la mañana temprano al Congreso, trasladó a un pequeño grupo de personas sobre las que necesitaba reflexionar. «No puedo más», vino a decirles. Personas que vivieron muy de cerca esos momentos señalan que su decisión fue renunciar. Su rostro, todo tensión.
Desde hace meses, Sánchez traslada en distintos entornos y a distintas personas su cansancio y malestar por las informaciones periodísticas que van saliendo sobre la actividad de su mujer, Begoña Gómez, y el uso político, lamentó, que la oposición hace a lo que él descritos como «mentiras» y «engaños». «El miércoles por la mañana ya lo vimos muy abatido «Estaba muy tocado, muy jodido», añade un miembro del Gobierno. «Yo estaba convencido de que se iba».
En el Gobierno y en el partido coinciden en que el hecho de que su mujer haya estado implicada en el tiroteo le afecta y que la situación excepcional en la que ha sumido al país se debe a una cuestión personal y no a un cálculo electoral. «Pedro es especialmente sensible a los episodios que afectan a su familia; su deseo es proteger a Begoña y a sus hijas», afirman fuentes del Gobierno.
Todos dicen que saben que la familia era el flanco débil del presidente, por lo que ahora muchos se preguntan por qué no se hizo nada para evitar llegar al estado actual, donde se admite que, decida lo que decida, habrá consecuencias. «Está rodeado de mucha gente y nadie ha hecho nada», se quejan en el partido. «Había señales de alerta que no sabíamos ver, la cara, el mal humor… Lamento no haber podido ayudarle», confiesa una persona del círculo cercano al presidente. «Pedro no ha tenido a nadie que le ayude», afirma un experto en la sala de máquinas del Gobierno.
Dirigentes y dirigentes del partido reflexionan sobre por qué no salieron a desmentir cada noticia o situación e, incluso, por qué no emprendieron acciones legales en caso de ser necesario. No falta quien irónicamente dice que el PSOE creó un «comité contra la desinformación de derechas», para desmentir los «bulos», impulsado por Santos Cerdán, secretario de Organización, y que no se ha hecho nada. Existe la sensación de que, tal vez, Deberían haber sido más contundentesmás activos en apoyar y ayudar a su líder.
Cambio de opinión en días
«Tengo más ganas, más fuerza y más argumentos que nunca para que sean cuatro años más de Gobierno progresista», ha dicho Sánchez en repetidas ocasiones, sobre todo con motivo de su última toma de posesión. Y hasta hace unos días proclamaba que agotaría la legislatura, que le quedaban tres años y medio de mandato. «Las elecciones serán en 2027. Tengo todo el tiempo del mundo», dijo a los periodistas. Hoy, en gran parte del Gobierno y su partido, está instalado el pesimismo del adiós. «No es fácil» que esto continúe, aventuró este domingo en un acto en Santiago de Compostela el ministro de Transportes, Óscar Puente, persona muy cercana a Sánchez. «Está muy conmovido». «Lleva muchos días sufriendo», añadieron fuentes de La Moncloa.
«Le veo afectado desde hace mucho tiempo, es una persona muy estable… Pero no esperaba que se quebrara», confesaba estos días una persona que le conoce bien. «Dijo: ‘Soporto coches y carros’. Pero al final se ha ido acumulando cosas», confiesa otro que trabaja con él a diario. «Pensamos que era superhombre y…», aporta un tercero.
De ahí que en estos días de confusión, desánimo o “shock” los esfuerzos de los ministros y del liderazgo de Ferraz se hayan centrado en construir un escenario amigable y propicio, de exaltación de ánimos, que invite a continuar. Una pista de aterrizaje para las ganas de sus fieles de continuar. Proclamas como «¡Pedro, quédate!» cualquiera «¡Vale la pena más que nunca!» Buscaban revertir el ánimo y la intención inicial expresada por el presidente de irse. «Pedro Sánchez no es que tenga un problema en el extranjero, es que es el puto amo», lanzó este domingo Óscar Puente.
El Comité Federal celebrado este sábado y las movilizaciones del fin de semana son exponentes de este objetivo de combatir el pesimismo. Hay voces en torno a Sánchez que, buscando aferrarse a la esperanza de que estas muestras de cariño le animen a seguir, señalan que la carta que publicó el pasado miércoles y que redactó de su puño y letra sin consultar a su núcleo duro -solo se lo entregó a Óscar López, su jefe de gabinete, una vez escrito, para que lo publicara- buscó encontrar una respuesta. Como si de una correspondencia se tratara, requeriría una respuesta de tus seres queridos. De ahí la movilización.
Y todo mientras Gobierno y PSOE intentan contener el debate sobre su sucesión. Un melón que quedó intacto porque Sánchez controlaba todo el partido, era el PSOE, y sus dudas le hicieron aflorar. En el partido existe desde hace tiempo la convicción de que el sustituto debería ser una mujer. A la espera de lo que diga Sánchez, nombres como María Jesús Montero o Pilar Alegría están en las quinielas.