¿Qué es lo primero que piensas cuando escuchas hablar de “realidad virtual”? Probablemente en videojuegos o en mundos donde puedas crear tu propio avatar, como los que ofrece Meta. Sin embargo, la realidad virtual también es una herramienta muy útil para la investigación en psicología.
Y es que permite presentar todo tipo de objetos y situaciones de una forma muy realista, pero también muy controlada. Todo ello a un coste mucho menor que si recreamos una situación similar en la vida real.
Estas tecnologías nos permiten, por ejemplo, simular escalar una montaña o enfrentarnos a una habitación llena de arañas. Pero también podremos manipular los objetos y la situación a nuestro gusto: podemos cambiar el efecto de la gravedad o hacer que los objetos aparezcan y desaparezcan. Todos estos aspectos aportan una gran versatilidad que puede utilizarse para comprender cómo pensamos y cómo nos comportamos. Veamos algunos ejemplos.
Encuentra objetos en mundos virtuales.
¿Por qué a veces nos cuesta tanto encontrar cosas? Los experimentos con realidad virtual nos dan algunas respuestas. En uno de nuestros estudios utilizamos un apartamento virtual en el que los participantes podían deambular. La tarea consistía en buscar una serie de objetos. Al principio las posiciones de los objetos eran estables. Entonces, e inesperadamente, empezaron a cambiar.
Esta manipulación fue suficiente para interferir con la planificación motora. Los participantes primero observaron la posición recordada del objeto. Luego tuvieron que explorar para encontrarlo en su nueva ubicación. Un aspecto interesante es que la exploración se centró únicamente en las zonas donde era más probable encontrar objetos.
Otros grupos de investigadores han obtenido resultados similares. En un estudio reciente se presentaban objetos coherentes o incoherentes con la escena, además de manipular las superficies de apoyo o anclaje de estos objetos, que podían colocarse sobre muebles o sobre cubos neutros.
En el experimento, fue fácil encontrar objetos en contextos coherentes. Sin embargo, la inconsistencia entre objeto y contexto dificultó la búsqueda. Lo mismo sucedía si se quitaban los elementos de anclaje. Es decir, buscamos objetos en los contextos habituales y en las superficies donde normalmente aparecen.
Estudiar las interacciones sociales y el racismo.
El uso de la realidad virtual también nos permite estudiar diferentes aspectos de la interacción social. Por ejemplo, un grupo de investigación decidió analizar por qué cuando estamos en grupo tendemos a movernos de forma sincronizada. Y lo hizo utilizando una gran sala de realidad virtual (CAVE) que permite simular contextos sociales complejos, como clínicas, bares o incluso conciertos.
Los avatares virtuales podrían moverse en sincronía con el participante o de forma asincrónica. Pues bien, los autores descubrieron que la sincronización tenía un efecto positivo en la percepción de conexión social con el grupo.
El uso de avatares virtuales también nos permite comprender mejor fenómenos como el racismo. En otro artículo del mismo grupo crearon un avatar no realista del participante. Este avatar puede tener piel clara u oscura. Los participantes practicaron Tai Chi en el entorno virtual durante diez minutos.
Los participantes padecían la ilusión de propiedad del cuerpo, es decir, se identificaban con el avatar que los representaba. Esto ocurrió incluso cuando simulaba una carrera diferente. Lo más interesante es que esta identificación también redujo los prejuicios implícitos hacia los negros, un efecto que duró hasta una semana. Estos resultados muestran que la realidad virtual puede modificar cómo nos percibimos a nosotros mismos y en relación con otros grupos sociales.
Formación para cirujanos y bomberos.
La realidad virtual también está resultando muy útil en investigaciones psicológicas más aplicadas. Por ejemplo, nos permite analizar si el diseño de un puesto de trabajo o de un sistema de control es adecuado o no. Podemos poner al participante en situaciones de uso realistas y ver si comete errores o qué aspectos del diseño podrían mejorarse. Y todo ello antes de construir la versión final y real del sistema.
Esta tecnología también puede ser una buena herramienta para entrenar comportamientos complejos. Por ejemplo, se ha utilizado con cirujanos, bomberos, astronautas y deportistas, simulando situaciones difíciles de reproducir en un contexto natural. Con la ventaja de que nos brinda mucha información sobre los errores cometidos durante la ejecución y los motivos por los que suceden. Esto le permite mejorar las estrategias de entrenamiento.
También existen aplicaciones de la realidad virtual a nivel terapéutico. Algunos estudios demuestran que puede ayudar a afrontar las fobias de forma controlada. Por ejemplo, se ha utilizado para reducir la ansiedad ante arañas, animales pequeños o situaciones de conducción.
Su eficacia también está siendo evaluada en el tratamiento de otros trastornos clínicos y puede ser útil en el proceso de recuperación tras un daño neurológico o para mejorar la función motora en personas mayores.
Más allá de los videojuegos, la realidad virtual puede ser un gran aliado para la investigación básica y aplicada en psicología.