El espectáculo vivido en Las Ventas, con el cartel de ‘no hay entradas’ colgado y ante un público ávido de diversión y triunfalismo barato, ha sido un engaño, una estafa, una estafa…
La tarde empezó a hundirse en el primer toro, con el hierro de Toros de Cortés, de la misma casa que los demás; Era evidente que no tenía negocio en esta plaza y aquí se han toreado muchos novillos con más presencia que esa. Lo curioso es que muchos espectadores se dieron cuenta de ello nada más aparecer el animal en el ruedo y el equipo veterinario que vigila y vigila a los toros en los reconocimientos no habría captado un detalle tan importante. Incomprensible, pero cierto. Ese toro, novillo, o mejor dicho, estaba impresentable. Hubo protestas, sí, pero pocas, y de leve ruido, lo que hace pensar que cada vez hay menos aficionados exigentes de otros tiempos.
Toda la corrida fue un engaño, con un desempeño muy desigual, que se realizó sobre los caballos, eso sí, y que rezumaba nobleza y serenidad y una duración muy corta en el tercio final.
Y una tontería fue la actuación de la terna de figuras.
Es muy preocupante el caso de José María Manzanares, que conserva su singular elegancia, pero ofrece una imagen de desánimo, desconfianza, incapacidad y oscuridad de ideas que distorsiona su carrera. No le cortó la oreja al primero, bendición de dulce ataque, porque no podía, pero no porque el animal no se la ofreciera con mucho gusto y respeto. Cargó con ritmo, con buen sonido, humillado, y el torero se empeñó en dar pases y más pases acompañando el recorrido, siempre siguiendo al pitón y muy despegado. Y por eso las corridas de toros no son posibles. No hubo entrega y hubo excesiva superficialidad.
Noble y bondadoso fue también el quinto, efímero, como todos, pero bendito, y Manzanares se mostró como un pegapaso vulgar que sorprendió incluso a los numerosos aficionados que buscaban con afán, y no encontraban, un motivo para alegría.
Castella, la ganadora de la feria del año pasado, pasó de puntillas. Pasó desapercibido para el aburrido y muy aburrido primer jugador, pero le dio al respetable cuarto, confiado, se supone, en que la victoria era posible. Comenzó con entusiasmo, bien plantado en el tercero, alto, primero, un par de derechazos, un cambio de manos, una trinchera y un pase de pecho, luego, presidido por el buen gusto. Y luego toreó con elegancia con un pase de las flores, y un cambio de manos elegante y muy templado. Y se acabó la fiesta. Tomó la muleta con la mano izquierda, abusó del pico del engaño, y toda la ilusión inicial se desdibujó. El animal también se comportó como un boxeador noqueado, y Castella optó por un corrillo que no interesó a casi nadie.
Y Tomás Rufo salió a matar al sexto con el convencimiento de que podría abrir la Gran Puerta. Hubo un público apasionado por eso y más. Se había cortado una oreja en el primero después de un espectacular salto mortal que lo dejó maltrecho y una ronda de naturales bien dibujados sobre un toro moribundo. No se le negó su disposición -comenzó de rodillas entre las dos líneas con cinco emocionantes derechazos-, pero contó con el beneplácito de unos entusiastas bullangueros, conmovidos por la paliza que recibió el torero en la paliza.
Por estatuarios salió antes del sexto, pero el toro tuvo poca distancia y Rufo prefirió torear al raso y eso fue de más a menos.
La parte verdaderamente taurina de la tarde la protagonizaron los subalternos; de un lado, los picadores Manuel José Bernal y Paco María, y, de otro, Fernando Sánchez, Rafael Viotti, Juan José Trujillo, Sergio Blasco y Daniel Duarte, con las banderillas, que también estuvieron acompañados por José Chacón, con el palos, y en la lidia del primer toro.
Del Río/Castella, Manzanares, Rufo
Cinco toros victoriano del rio, desigual en presentación, obediente en los caballos, noble, soso y suave; El primero de Toros de Cortésretorcido y muy soso.
Sebastián Castella: jab y estocada corta y caída (silencio); _notice_ estocada (ovación).
José María Manzanares: media estocada en la suerte de recibir (ovación); tres pinchazos y estocada que provoca derrame (silencio).
Tomás Rufo: media estocada que provoca sangrado (oído); dos golpes y una estocada en caída (silencio).
plaza de las ventas. 16 de mayo. Sexta corrida de toros de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no tickets’ (22.964 espectadores, según la empresa).
Se guardó un minuto de silencio en homenaje a Joselito ‘el Gallo’.
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