La administración Biden finalizó el jueves dos normas radicales para reducir la contaminación tóxica de las centrales eléctricas de carbón que pueden contaminar ríos, arroyos y aguas subterráneas.
Como parte de un conjunto de nuevas regulaciones que podrían remodelar el sector energético, una de las reglas establece estándares más estrictos para las aguas residuales de carbón, exigiendo a los propietarios de plantas eliminar efectivamente los metales pesados tóxicos y otros contaminantes de tres principales flujos de desechos. La norma aborda una de las mayores fuentes industriales de arsénico, mercurio y plomo en el agua que se han relacionado con problemas de salud humana como el cáncer.
La agencia también exigirá a las empresas de servicios eléctricos que cierren y limpien los vertederos inactivos que almacenan cenizas de carbón, el subproducto del combustible fósil después de que se quema para generar electricidad. Esa regla efectivamente pone fin a lo que los defensores del medio ambiente han descrito como una laguna jurídica en las regulaciones del carbón y podría ayudar a prevenir desastrosos deslizamientos de tierra de cenizas de carbón como el que ocurrió cerca de Kingston, Tennessee, en 2008.
Aunque el uso del carbón disminuyó drásticamente en los últimos 20 años, ha sido una de las mayores fuentes de energía eléctrica en Estados Unidos desde la Revolución Industrial. También se suele considerar la fuente de energía más sucia, tanto con respecto a las emisiones de carbono como a los contaminantes como el mercurio y el arsénico, que son tóxicos para los humanos y los peces.