Las mujeres, en sus diversas modalidades, son el centro absoluto de las primeras horas del Festival dentro y fuera de la pantalla. Greta Gerwig, La directora de ‘Barbie’ y presidenta del jurado, junto a Meryl Streep y Juliette Binoche, además del omnipresente movimiento ‘Me too’, fueron los protagonistas del acto inaugural, y en las últimas horas Judith Godrèche, actriz, ha Les ha arrebatado una francesa que ha llegado aquí con su ‘lista’ secreta de delincuentes sexuales en el mundo del cine, y con un cortometraje, ‘Moi, aussi’, que se proyectó por la noche en una pantalla gigante en la playa durante amantes del buceo.
Y las dos primeras películas en competición aportaron su granito de arena al ambiente, la primera, ‘Diamante Brut’, de Agathe Riedinger, trataba sobre la modalidad de una mujer joven, de extrarradio, con aspiraciones bomba y con una dedicación casi exclusiva al aseo y al tiktoking; y el otro, del danés Magnus von Horn, era un horror sobre las modalidades de una mujer madura y a la brasa y otra algo más joven pero también a la brasa. Se titula ‘La chica de la aguja’, o sea una mujer con una aguja… Vamos mal.
El hombre, mirando
No hay otro tema, ni en las preguntas y opiniones que se derraman en ruedas de prensa y entrevistas, ni en las historias de ficción que se cuentan en las películas. La mirada de la fiesta está fija, clavada, en la mujer; El hombre también es mirado de lado, aunque sólo de una manera, la de un simio. Vivimos en el planeta de los simios. Y hay varios momentos en ‘Diamant Brut’ que así lo demuestran, con algunos personajes masculinos saltando y bromeando y otros literalmente babeando por la protagonista de la película.
La joven protagonista de ‘Diamant Brut’ es, en realidad, el modelo del antiestético que exige su personaje, una completa ‘choni’, y la actriz que la encarna, Malou Khebizi, Es realmente bueno en su papel. La película habla de lo que sufre la juventud, de sus sueños y decepciones (bueno, ¡espera a que seas mayor!) y de la obsesión de Liane (19 años) por escalar ese enredadero de las redes, los influencers y los reality shows. El director, Agathe Riediger, Tiene personalidad y fuerza, retrata con buen ojo ese mundo de tremendo vestuario y maquillaje, aunque pierde un poco su mano lírica en forma de carteles poéticos o sociales que interrumpen la imagen. No sé los demás, pero uno quería trepar al árbol.
La danesa no fue ni mejor ni peor, quizá algo más sórdido y desagradable, con una historia de bebés dados en adopción, una madre trabajadora e indefensa, una mujer que se dedica a la adopción clandestina… Una historia que se sitúa justo después la Primera Guerra Mundial y que su director la airea en blanco y negro sin especial interés, y tiene un giro argumental que, no por inesperado (se huele), incita a bajar del árbol