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La grotesca realidad que describió Valle-Inclán explica en qué se convirtió España en el siglo XX

La grotesca realidad que describió Valle-Inclán explica en qué se convirtió España en el siglo XX

Un soldado que se está ahogando en un río levanta victoriosamente su espada con la cabeza colgando en la punta. Más hacia el centro del flujo, un brazo desmembrado que sostiene un rifle vuela por el aire. Debajo de este dibujo que representa una feroz batalla, se lee: “La civilización de las… naciones civilizadas”. Es la portada de julio de 1870 de el flacouna de las varias revistas satíricas que surgieron a finales del siglo XIX y que fueron la inspiración confesa de Ramón María del Valle-Inclán para crear la estética del esperpento. El estilo deforma la realidad, ideal para mostrar el absurdo de España y el mundo de la época, y que el Museo Reina Sofía reinterpreta en la exposición Grotesco. Arte popular y revolución estética.

Valle-Inclán encontró en lo grotesco, una noción inaugurada en 1920 con su obra teatral luces bohemiasun espejo cóncavo para reflejar la violencia política, colonial y de injusticia social. El pontevedrés huyó de los convencionalismos de las instituciones de la época de la Restauración borbónica para presentar un cuadro de degradación social por el bipartidismo fraudulento, el desastre del 98 o la pobreza en un país eminentemente agrícola. “La visión grotesca de Valle-Inclán reflejaba la miserable realidad del momento (…) Lo grotesco se diferencia de lo grotesco al lograr entrelazar la experiencia de la vida cotidiana, la estética y los problemas sociales”, dice Teresa Velázquez, una de las seis comisarias. de la exposición que se inaugura este jueves y estará abierta hasta el 10 de marzo de 2025.

Por esta gran exposición desfilan reyes del carnaval, mendigos, borrachos, mutilados, ciegos y huelguistas reprimidos. Además de contar con pinturas de reconocidos artistas españoles (Ángeles Santos, Eugenio Lucas Velázquez, José Gutiérrez Solana, María Blanchard, Antonio Fillol o Laxeiro) e internacionales (Umberto Boccioni, José Clemente Orozco o André Masson), la exposición también incluye postales, diseña teatro, máscaras, prensa y aparatos de proyección precinematográficos. “La formulación de lo grotesco no se limitó a lo teatral, lo que permite ampliar el trasfondo a diversas disciplinas y establecer analogías entre cultura popular y revoluciones estéticas”, afirma Velázquez.

Goya, un faro para lo grotesco

El antecedente de lo grotesco, que no se concibió con un manifiesto, sino a través del diálogo de los personajes de Valle-Inclán, es la visión cómico-paródica de las revistas satíricas y de Goya, a quien el escritor gallego atribuyó la invención de lo grotesco. Precisamente con la influencia de los aragoneses arranca la exposición. No hay trabajos publicados Disparates o las pinturas negras, sino sus motivos populares: la gente marginal de la calle con el rostro deformado representada en piezas de Gutiérrez Solana o Lucas Velázquez. Además, se exponen los inventos ópticos que se popularizaron a finales del siglo XIX y que querían ver un nuevo ángulo de la realidad, como la linterna mágica, el teatro de sombras o el fantasscopio.

“Lo grotesco se posicionó como una curiosidad del teatro español que podía contagiar otras expresiones. La cultura popular no se queda congelada al margen de las transformaciones sociales y ve cómo las artes populares son capaces de relacionarse con las luchas por la emancipación, que son el centro del imaginario valleinclanesco, y las hemos recogido a través de un conjunto de obras que son los pasos de la obra Valle-Inclán”, afirma José Antonio Sánchez, otro de los comisarios.

Un segundo apartado repasa el auge del espiritismo, la teosofía y el ocultismo durante principios del siglo XX como rechazo a la realidad física, devastada por la Primera Guerra Mundial. Valle-Inclán se dirigió a las pseudociencias y a los círculos espíritas en La lámpara maravillosa de 1916, así como el consumo de sustancias psicotrópicas para alterar la percepción en La pipa kif. Casi contemporáneo es el tríptico. estados mentales de Umberto Boccioni, brumoso y espectral, cedido por el MoMA para la exposición.

Dado que el término grotesco tiene raíces escénicas, la exposición dedica su atención principal al teatro. Se cuelgan máscaras, adornos, carteles y en la tercera sección se ha reconstruido a escala natural el teatro de marionetas Piccoli de Vittorio Podrecca. “El teatro de marionetas es un modelo de entretenimiento popular que ha sido comparado con una visión del mundo en la que alguien ‘mueve los hilos’. Una metáfora que convierte a los seres humanos en marionetas manejadas por élites ocultas”, añadió Sánchez. El propio Valle-Inclán quedó sorprendido por esta forma de entretenimiento y declaró en 1921: “Ahora escribo para muñecas. Es algo que he creado yo y que titulo ‘Esperpentos’. Este teatro no puede ser representado por actores, sino por muñecos, a la manera del Teatro dei Piccoli en Italia”.

Dos ejes temáticos sobrevuelan Grotesco. Arte popular y revolución estética y cuentan con sus propias salas temáticas: carnaval y vida nocturna. En el primero, Valle-Inclán encontró la expresión más cruda de lo popular para llevar a cabo su tesis artística: lo absurdo y decadente para subvertir las convenciones. Aparecen aquí las caricaturas de Feliu Elías o Juan Gris. Mientras que en la noche española se dibujan dos vertientes: la de la bohemia (con escenas nocturnas de Blanchard o Ricardo Baroja Nessi) y la del anarquismo, con las pinturas viscerales de Antonio Fillol.

La exposición, en las últimas salas, quiso mostrar cómo el grotesco legado de Valle-Inclán superó su muerte y continúa hasta nuestros días. Una puesta en escena presentará una revisión contemporánea de la novela Banderas tiranas (1926), de la versión en bululu (género teatral en el que un solo comediante representa toda la obra) ideado por Rivas Cherif, bajo el título No tengo que seguir soñando con los cadáveres que he visto. Y cierra la exposición con una instalación sonora producida por Maricel Álvarez y Marcelo Martínez en la que se recrea un capítulo de la obra El escenario ibérico.

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