Cuatro meses después de que la cadena de cosmética Puig pusiera fin a casi dos años de sequía de salidas a bolsa en el mercado español, Europastry, el fabricante de masas congeladas de panadería, también había apostado por la Bolsa para ampliar capital y dar lugar a un fondo de capital riesgo . La salida a Bolsa, que ayer fue cancelada por segunda vez este año, preveía la emisión de nuevos títulos por 210 millones y la venta de acciones propias por otros 300 millones ahora en manos del fondo MCH. El desafío que teníamos por delante era grande: a la incertidumbre de un mercado en el que las tensiones geopolíticas, las expectativas de tipos y las dudas sobre la resiliencia económica marcaban el ritmo, se sumaba el sello del capital riesgo. Elementos que han contribuido a frustrar la operación en el último momento. Con esto, ya son cuatro las veces que el fabricante de masas se ha visto obligado a dar marcha atrás.
Aunque lo que sustenta el éxito o el fracaso de una cotizada son sus fundamentos, la historia reciente demuestra cómo los inversores suelen desconfiar cuando quienes ponen a la venta su participación son fondos de capital riesgo. La peor evolución se explica por los elevados precios con los que parten. De las nueve desinversiones de grandes fondos en las últimas dos décadas, sólo Amadeus y la extinta Euskaltel (en 2021 fue absorbida por MásMóvil, ahora integrada en Masorange) son las únicas que registran beneficios. Desde su regreso al parqué en 2010, el proveedor de servicios turísticos ha multiplicado por seis su valor.
Una tendencia mixta que se repite en el extranjero. Desde su salida a bolsa en marzo de 2024, Douglas ha perdido un 23,92% mientras que el fabricante de botas Dr. Martens ha perdido un 84,9% en sus primeros tres años. El lado opuesto está representado por los suizos Galderma y Amer Sports. En sus primeros seis meses como empresa cotizada, la farmacéutica suiza propiedad del fondo EQT ganó un 47,8%. Por su parte, el fabricante de ropa deportiva, que se sumó a la lista de peores lanzamientos de los últimos dos años, se sacude los números rojos y sube un 40%. El debut de Amer Sport, propiedad de la empresa china Anta y del fondo de capital riesgo Fountainvest Partners, se vio empañado por la debilidad de la demanda china.
Javier Díaz Izquierdo, analista de Renta 4, reconoce que el mercado es algo más prudente con las valoraciones cuando la desinversión la hacen grandes fondos. “La salida a bolsa de una empresa controlada por capital privado es el paso final. Intentan maximizar su rentabilidad y si se quedan con una acción tras el estreno, aunque estipulen un plazo en el que no pueden vender más, siempre existe el riesgo de sobrevaloración”, subraya.
En la misma línea se mueve Ignacio Cantos, director de inversiones de Atl Capital, señalando que la principal diferencia que existe entre las empresas familiares cotizadas que salen a bolsa y las que son protagonistas de los fondos es los objetivos que se persiguen. El experto afirma que cuando una familia hace todo lo posible por sacar a bolsa la empresa y decide mantener el control, busca algo más que una rentabilidad inmediata. Es decir, intentan ganar notoriedad, acceder a otro tipo de inversores y conseguir la financiación necesaria para ampliar el negocio, seguir creciendo y aumentar la cuota de mercado.
Por otro lado, el capital riesgo tiende a maximizar los beneficios para distribuirlos entre los inversores finales. Los fondos aprovechan los momentos de debilidad de las empresas para comprarlas a precio reducido. Cuando sanean el balance y recuperan la credibilidad, deshacen sus inversiones y siempre intentan hacerlo al precio más alto posible. La vida media del capital riesgo en las empresas oscila entre tres y siete años. “Si maximizas el valor, el recorrido es muy limitado”, destaca Cantos.
Fuentes del mercado señalan que las operaciones realizadas por capital riesgo son vistas con recelo por parte de la gestión del valor. Es decir, aquella estrategia que invierte en empresas infravaloradas y que tienen un alto potencial de revalorización. Los inversores que siguen este modelo lo hacen a largo plazo y mantienen las empresas en carteras durante un horizonte de cinco años.
Como contrapunto a la desconfianza que puede generar la salida de MCH del capital de Europastry está el hecho de que la familia Gallés y la sociedad controlada por el consejero delegado, Jordi Moral, Indinuera, esperan vender una participación minoritaria. Esto se interpreta como una señal de que seguirán trabajando para hacer crecer el valor de la empresa. A corto plazo, el riesgo más inmediato son los retrasos en las entregas de envíos al exterior debido al conflicto en Oriente Medio. Los directivos habían estado poniendo en cuarentena la operación. Más allá de los recelos que genera el capital riesgo, los expertos dudaban de la capacidad de un negocio en el que la competencia era muy alta.