La misma canción que sacó a 5.000 soldados de sus cuarteles para derrocar la dictadura hace medio siglo sirvió para abrir y cerrar la jornada en la que Portugal conmemoró una revolución que asombró al mundo. Poco antes de la medianoche del miércoles, cientos de portugueses se concentraron frente al cuartel Largo do Carmo, donde se rindió Marcelo Caetano el 25 de abril de 1974, símbolo de aquella dictadura plagada de emigración masiva, pobreza y tres guerras. Ellos cantaron Grândola, vila morena y se agolparon en la plaza tal como había ocurrido hace 50 años. Fue solo el comienzo de las decenas de veces que la pieza de José Afonso resonó este jueves por las calles del país.
Y no sólo cantaron en recuerdo de un día feliz, en el que derrocaron a la dictadura sin violencia y sin venganza alguna. Muchos de los que se manifestaron este jueves por la Avenida da Liberdade, en Lisboa, lo hicieron con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro, como Joana Sousa y su madre Helena Quintas, dos habituales de la marcha. “No podemos olvidar que estamos en un momento en que los fenómenos fascistas están surgiendo en todo el mundo”, comentó Sousa. Una opinión repetida por distintos manifestantes. “Este año es especial por el aniversario, pero también por la inestabilidad política y las amenazas a la democracia”, dijo Helena Andrade, de 30 años.
Similar fue la opinión de Inés Costa, de 19 años: “Estamos aquí, no sólo por 50 años, sino porque el resultado de las elecciones fue muy triste”. Votó por primera vez el 10 de marzo, cuando la extrema derecha logró un resultado histórico en las urnas al recibir más de un millón de votos. «Esperaba algo más en los 50 años de la revolución», añadió. “Creo que la participación masiva de este año responde también a la necesidad de reaccionar ante las elecciones”, coincidió António Sampaio Novoa, ex rector de la Universidad de Lisboa y ex candidato a la presidencia de la República en 2015.
Hace 50 años, Sampaio Novoa salió a la calle y tardó tres días en regresar a casa. Estuvo en todos los escenarios históricos que marcaron el colapso de la dictadura y, después de medio siglo, considera que “este es el peor momento de la democracia portuguesa” tras el apoyo abrumador de Chega al populismo. “Creo que crecerán aún más. Están siendo capaces de unir a todos los insatisfechos y desilusionados de su entorno, algo que ningún otro partido está consiguiendo. Y son peligrosos porque no tienen principios”, reflexionó poco antes de iniciar la marcha por la avenida central de Lisboa.
Con ese millón de votos, Chega alcanzó los 50 diputados en la Asamblea de la República. Su líder, André Ventura, bromeó en su discurso matinal sobre la coincidencia entre escaños y años de democracia. Ventura no ataca frontalmente a la revolución, pero sí la minimiza. En su discurso en la sesión conmemorativa celebrada al mediodía, a la que asistieron ex presidentes de la República y algunos capitanes de abril que encabezaron el golpe militar, repitió la táctica de otros discursos. “Hace cincuenta años hicimos una revolución que nos dio libertad, pero en el camino nos quitó la dignidad”, afirmó. Sus palabras más duras, sin embargo, fueron dirigidas al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, por haber defendido la reparación de Portugal a sus antiguas colonias. “El presidente traiciona a los portugueses cuando dice que tenemos que sentirnos culpables y pagar a otros países. Paga, ¿por qué? Pagar, ¿para qué? No quiero asumir responsabilidades, estoy muy orgulloso de la historia de Portugal”, bramó mientras su banquillo le aplaudía de pie.
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Lo que Rebelo de Sousa planteó en una cena con la prensa extranjera ha irritado especialmente a las filas de la derecha, pero nadie llegó tan lejos como Ventura, quien la víspera dijo que lo destituiría si tuviera el poder para hacerlo. La extrema derecha, sin embargo, es la única que desprecia el espíritu de abril. Con diferentes retóricas, todos los grupos reivindicaron el día que puso fin a 48 años de represión gracias a la rebelión de un grupo de militares, inmediatamente abrazados por la ciudadanía. «Abril no es sólo un hito en la historia, es una revolución continua e inconclusa», subrayó Ana Gabriela Cabilhas, la diputada más joven de la Asamblea, que habló en nombre del Partido Socialdemócrata (PSD, centroderecha), el partido que lidera el actual Gobierno de Luís Montenegro.
Los partidos de derecha se alinearon a la hora de magnificar la importancia del 25 de noviembre de 1975, cuando un contragolpe militar acabó con el proyecto revolucionario que estaba en marcha desde el año anterior. El Gobierno de Montenegro ha anunciado la creación de una comisión para conmemorar ese día. Otra de esas batallas culturales de moda. Porque aunque la derecha celebra abril, son los partidos de izquierda los que se sienten más dueños de su legado. “El Partido Socialista (PS) está aquí para defender la democracia política y la democracia social y cultural de los ataques de sus nuevos y viejos enemigos. Los dos fueron los que construyó Abril y los dos están siendo atacados”, destacó su líder, Pedro Nuno Santos. “Los nostálgicos son peligrosos porque culpan a la democracia y a la Constitución de la pobreza que persiste”, criticó Mariana Mortágua, líder del Bloque de Izquierda. Por su parte, Rebelo de Sousa apeló a la “inteligencia de preferir siempre una democracia imperfecta a una dictadura”.
Todos los líderes de la izquierda participaron en la marcha de Lisboa de la tarde, pero también algunos representantes de la derecha, como el presidente de Iniciativa Liberal, Rui Rocha, que habló en el hemiciclo por la mañana con un clavel blanco en la solapa. . Si los símbolos sirven para revelar algo, dos detalles: no había un solo clavel en el banco de Chega y sus diputados abandonaron los asientos mientras los demás cantaban. Grândola, vila morena.
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