“Vacunarse es protegerse. Soy trabajadora sanitaria, estoy en primera línea y siempre en contacto con los pacientes”, dijo Jeanine Muhavi, sonriendo, a los medios, mostrando su alivio por recibir la vacuna mpox el sábado. Este médico trabaja en Goma, en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), el país africano más afectado por la enfermedad.
La campaña de vacunación, que comenzó el sábado en la provincia de Kivu del Norte y el martes en Kivu del Sur, en el este del país, se dirige principalmente al personal sanitario, pero también a otros sectores considerados de riesgo, como el de los carniceros. , cazadores, veterinarios y trabajadores sexuales, por estar potencialmente más expuestos al virus, antes conocido como viruela simica.
La enfermedad ha sido detectada en al menos 16 países africanos y, según las autoridades congoleñas, la campaña de vacunación es una respuesta urgente para proteger a los más vulnerables y una oportunidad para frenar la propagación del virus antes de que se vuelva incontrolable. La República Democrática del Congo es el segundo país africano que inicia la vacunación contra el virus, después de que Ruanda lo hiciera el 17 de septiembre.
Paulin Tshimanga, enfermero de una clínica en las afueras de Goma, ha visto los efectos de la mpox con sus propios ojos, por lo que no puede reprimir su emoción al recibir la vacuna. “He visto a mucha gente sufrir esta enfermedad. Provoca un gran dolor y requiere importantes cuidados. Como enfermera, quiero proteger a mis pacientes, pero también a mi familia. Y esta vacuna es un salvavidas”, afirma.
Según los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), desde principios de año ya se han registrado en la República Democrática del Congo más de 31.000 casos sospechosos de mox, de los cuales más de 5.000 han sido confirmados por laboratorio. En total se han registrado unas 1.000 muertes, la mayoría de ellas en niños. El país africano enfrenta varios obstáculos adicionales para detener la enfermedad: la falta de infraestructura, la escasez de recursos para el diagnóstico y la pobreza e inseguridad generalizadas tras un largo conflicto militar.
En la República Democrática del Congo ya se han registrado más de 31.000 casos sospechosos de mpox desde principios de año, de los cuales más de 5.000 han sido confirmados por laboratorio. La mayoría de los fallecidos son niños.
La situación es especialmente precaria en los campos de desplazados del país, donde la gente vive en condiciones de hacinamiento y sin acceso frecuente a los médicos. Además, muchas personas infectadas ya se encuentran en malas condiciones físicas. Por ejemplo, hay niños desnutridos, que son terreno fértil para la mpox, porque están debilitados. El aumento de las tasas de desnutrición aguda en este país ha puesto a 4,5 millones de niños menores de cinco años y a más de 3,7 millones de mujeres embarazadas y lactantes en mayor riesgo de contraer y morir a causa de esta enfermedad, según la ONG Save The Children.
“Gran oportunidad”
Justine Masika, que trabaja en un laboratorio médico en Goma, también recibió la primera dosis de su vacuna el sábado. En las horas siguientes tuvo fiebre y náuseas, pero está feliz. “No es nada comparado con el sufrimiento que provoca esta enfermedad. Vacunarnos es nuestra gran oportunidad para frenar esta epidemia”, insistió.
Según Gaston Lubambo, jefe de la división de Salud de Kivu Norte, la vacunación pretende llegar a zonas remotas y de difícil acceso, y recordó que la prevención es fundamental para romper la cadena de transmisión. Por ello, instó a la población a seguir escrupulosamente todas las medidas de higiene, como el lavado frecuente de manos con jabón, el uso de gel hidroalcohólico y equipos de protección al acercarse a los enfermos. «El objetivo es vacunar a 48.000 personas en la provincia de Kivu del Norte, donde el riesgo es muy alto», explicó.
El Gobierno congoleño recibió 265.000 dosis de vacunas, donadas por la Unión Europea, Estados Unidos y Gavi, el consorcio internacional para la inmunización, pero son insuficientes para llegar a toda la población en riesgo, afirmaron sus autoridades. África necesita al menos 10 millones de dosis, según los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades, la máxima autoridad sanitaria del continente. Por el momento, la comunidad internacional se ha comprometido a enviar 3,66 millones de dosis contra la viruela simica a África, según fuentes de los CDC, incluidas tres millones de inmunizaciones anunciadas por Japón (el mayor donante hasta ahora).
Ha habido varios enfermos en nuestro barrio y da mucho miedo. La única forma de protegernos es la vacuna.
Sandrine Mutombo, residente de Kivu del Norte
Según Romain Muboyayi, jefe de gabinete del Ministerio de Salud, la estrategia de vacunación consiste en la administración de dos dosis de la vacuna MVA-BN para adultos y una dosis de la vacuna LC-16, de producción japonesa, para aquellos. menores de 18 años.
Sandrine Mutombo vio enfermar a varios miembros de su comunidad y decidió vacunar a su hijo de 17 años. “No quería correr riesgos con mi hijo. Aquí en nuestro barrio ha habido varios enfermos y da mucho miedo. La única forma de protegernos es la vacuna”, afirma.
Uno de los pilares de esta campaña es la sensibilización. Además de distribuir los medicamentos, las autoridades están informando a la población sobre la enfermedad y las formas de protegerse. Para ello reparten folletos, colocan carteles en las calles, participan en programas de radio y envían mensajes en las redes sociales.
El actual brote de mpox que se está extendiendo por África, con una nueva variante (clado 1b), se diferencia del que se produjo en Europa en 2022 en su modo de transmisión. Si en Europa la mayoría de las infecciones se produjeron en las relaciones sexuales entre adultos, ahora el 70% de los nuevos casos se dan en niños. Aunque inicialmente se habló de una variante más peligrosa y transmisible, cada vez más expertos cuestionan algunas de estas hipótesis. Los CDC de África declararon al mpox una “emergencia de salud pública de seguridad continental” el 13 de agosto y, un día después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el estado de alerta sanitaria internacional.