Es posible que muchos de los espectadores que entran al cine para ver esta película no supieran mucho de tenis. O que nunca han visto un partido en vivo o pocas veces por televisión. Pero también es muy probable que la mayoría de los que abandonan la sala después de haber visto Rivales Terminan romantizando el vínculo que une a los jugadores que golpean la pelota.
Porque su director, Luca Guadagninoha sido consciente desde el primer momento del potencial que tenía y, supiéndolo aprovechar, nos ha regalado la que sin duda es ya una de las películas más sensuales del año.
Según Tashi, el tenista interpretado por Zendaya, el tenis no es sólo golpear una pelota, es también una relación, un diálogo entre jugadores. Y esto es exactamente lo que sucede en Rivalesuna película que se centra tanto en el deporte en sí como en su aspecto metafórico.
En él seguimos a tres tenistas: Tashi (Zendaya), Arte (Mike Feist) y Patricio (josh o’connor). Sus vidas se entrelazan irremediablemente y durante los trece años que recorre la película seremos testigos de sus idas y venidas, dejándonos absorber por el triángulo amoroso que protagonizan.
En un principio, Art y Patrick intentarán conquistar a Tashi, sin saber que sus diferentes golpes de efecto acabarán llevándoles a una espiral de obsesión eso terminará con la amistad que tenían. Sus trayectorias siempre han sido claramente diferentes: Art ha ganado múltiples torneos de Grand Slam y Patrick siempre ha luchado por clasificarse incluso en los torneos más mediocres.
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Todo comienza desde el presente, en un punto en el que Tashi se ha convertido en la esposa de Art y su entrenadora. Al verlo desmotivado, decide inscribirlo en un pequeño torneo regional «challenger» para recuperar su confianza después de una racha de derrotas. Y resulta que Patrick, como era de esperar, también compite allí.
Poco a poco nos envuelve la dinámica entre los protagonistas y este círculo de deseo y obsesión. Y nos dejamos llevar por la química que surge entre los actores protagonistas, que nos reservan contratiempos constantes e imprevisibles. Esto, junto con La forma apasionada en que los actores dan vida a sus personajes.acaba dando lugar a algunas escenas realmente apasionantes en la pantalla.
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Y si bien es cierto que Mike Feist y Josh O’Connor son auténticas estrellas, la verdadera reina del espectáculo es Zendayaque se entrega en cuerpo y alma interpretando a una mujer que lo tenía todo para ser la mejor en lo que hacía y que acabó conformándose con ser la asistente del campeón.
Tras reconocer el trabajo interpretativo, llega el momento de hacer lo mismo con el trabajo detrás de cámaras, donde el director Luca Guadagnino sabe muy bien lo que hace y cómo provocarnos a los espectadores. ya lo hizo con a los huesos o lo inolvidable Llámame por tu nombre.
Aquí el dramaturgo y novelista Justin Kuritzkes -que, por cierto, está casado con Celine Song, nominada al Oscar por Vidas pasadas-. En esta película pone sobre la mesa de forma hiperactiva cómo fluctúa la dinámica de una persona.a nosotros Personajes a la vez inteligentes, cortantes y mordaces, pero también apasionados. Es interesante ver cómo el partido de tenis del momento actual sirve de base para presentar los flashbacks que construyen la historia.
Y todo esto surge a través del El talento de Guadagnino, que trasciende con su vibrante forma de disparar y con la brillante fotografía -enmarcada por el director de fotografía Sayombhu Mukdeeprom-.
Todos los ingredientes componen una película que consigue el objetivo de obsesionar y cautivar al espectador, y eso también fue casi esperado de uno de los cineastas que mejor retrata el deseo. Porque la sensualidad no está sólo en el sexo en sí, sino que también puede encontrarse en las conversaciones, en las miradas o, por qué no, en la forma de sujetar una raqueta de tenis.